Luego de terminar su discurso en Ferro, Alberto Fernández se fue del acto organizado por Juan Manuel Olmos como líder del Nuevo Espacio de Participación y María Rosa Muiños -jefa del bloque de diputados porteños- por el costado del escenario. Se fue rápido para Merlo.
Ya se había sacado decenas de fotos con dirigentes importantes y con militantes. Casi no comió sentado en la mesa 2 y se paró varias veces para tomarse fotos (por separado) con Victoria Donda, precandidata a jefa de Gobierno, y con Mariano Recalde, el precandidato peronista a jefe de Gobierno para la PASO de lo que será el Frente Amplio.
Antes, uno de los que se había tomado muchas fotos y que entró al club mientras lo aplaudían y vivaban, había sido Fernando «Chino» Navarro del Movimiento Evita, uno de los impulsores de la unidad del peronismo.
Pero cuando muchos se retiraron detrás de Alberto Fernández para llegar temprano a Merlo y juntarse con otros dirigentes antes del acto que organizó Gustavo Menéndez, el que quedó conversando con la gente fue Felipe Solá. Avisaba que tenía que irse para llegar a tiempo pero le pedían una foto más y otra y otra.
Ya quedaba poca gente en el sector de dirigentes y el ex gobernador que se bajó de la carrera presidencial seguía con las selfies.
En un momento se arrimó una mujer joven con un bebé. Un hombre corpulento esperaba cerca de ellos y pidió espacio para tomar la imagen. «Voy a hacer una foto de mi hija y mi nieto», avisó celular en mano. Era Héctor Daer, uno de los secretarios generales de la CGT que también se quedó hasta el final y se llevó la foto a modo de souvenir.
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