Noruega era el paraíso y el referente de los carros eléctricos en el mundo… hasta que se recortaron las ayudas. Las ventas cayeron estrepitosamente al nivel de 1962, lo que indica que el comprador, aun que este sea noruego, tiene como primera prioridad su economía personal o familiar, bastante antes que el medio ambiente.
El precio de los bienes y servicios los pone el mercado, es una ley que conocemos bien quienes tenemos empresas y competimos por vender nuestros productos, sean cualesquiera que sean.
Los únicos productos en los que se acepta universalmente la regulación estatal de precios es en los de sobrevivencia básica por razones obvias, y los precios en que se regula por otras razones, como en las concesiones de servicios a terceros por parte del Estado.. Cualquier otro manoseo que se quiera hacer sobre cualquier otro producto solo deriva en distorsiones odiosas.
En el caso de Noruega, y se reitera en otros países, por intentar forzar la transición energética, se han aprobado condiciones especiales al mercado de vehículos eléctricos al margen de la ley de oferta y demanda, que una vez eliminadas, el mercado regresa a su condición de equilibrio.
En el caso de Costa Rica, parece que al vicepresidente Brunner no le gustan los precios que las agencias han dado a los vehículos eléctricos. Lo siento mucho, pero es el mercado el que debe decidir si los absorbe o no, y no le corresponde ni lejanamente al Estado decidir cuál es el margen de las agencias. Esta decisión la toma libremente el comprador.
Que el Estado pretenda controlar los precios de bienes y servicios más allá de la canasta básica y de los precios de los servicios concesionados en una señal que debe alarmarnos.
Meter la mano para regular el mercado -como creo lo están haciendo con el dólar- puede desencadenar en distorsiones, no solo económicas, sino también políticas, propias de regímenes que no queremos en nuestra Costa Rica.