No hace mucho, Marcelo Vallejo todavía sentía que le clavaban un puñal cada vez que escuchaba hablar inglés. No soportaba la música en ese idioma y huía cuando su hijo lo estudiaba. Odiaba el inglés y a los ingleses desde 1982, recién cumplidos los 20 años, cuando vivió la experiencia más traumática de su vida: la Guerra de las Malvinas. “Viví enojado mucho tiempo. Drogas, alcohol, depresiones. Lo explico siempre así: tenía que odiar para disparar y después no es fácil sacarse ese odio”, resume desde Buenos Aires en conversación telefónica con EL PAÍS.
Sin embargo, cuando hace dos años la polifacética artista argentina Lola Arias le propuso participar en un espectáculo teatral junto a veteranos británicos, sus antiguos enemigos, decidió aceptar. ¿Qué sintió cuando se encontró con ellos cara a cara? “Solo oírles ya me transportaba al pasado. En los ensayos, cualquier conversación, un sonido, podía llevarme allí otra vez. Me costaba dormir, pensé en dejarlo muchas veces, no me sentía con derecho a hablar de recuerdos en los que aparecían compañeros muertos», responde.
Sin embargo, Vallejo aguantó y ahora no se arrepiente. Estrenada en 2016 con gran éxito en Argentina y Reino Unido, Campo minado no ha dejado de ir de gira desde entonces y se ha convertido en un referente mundial del teatro documental. El próximo fin de semana, del 23 al 25 de noviembre, se podrá ver por fin en España, en los Teatros del Canal de Madrid, donde también se proyectará la película que la propia Arias rodó en paralelo a los ensayos, Teatro de guerra, que se centra, sobre todo, en la relación que se establece entre los veteranos y que consiguió el premio del jurado ecuménico en la última edición del Festival de Berlín. “La obra no habla solo de aquella batalla, sino de la huella que deja la guerra en las personas. Por eso interesa más allá de los países directamente implicados», explica la directora, también al teléfono desde Buenos Aires.